martes, 11 de junio de 2013
DE AQUELLOS VELLOS (MEMORIAS DE UN DESMEMORIADO)
Que le crezcan pelos grandes en la orejas le parecía desagradable. Y los de la nariz: inoportunos y vergonzosos. Tenía en el brazo izquierdo un lunar negro y de buen tamaño de donde nacían, como un escaso matojo, tres pelos de igual color a su base.Dominantes. Siempre decía que barba y bigote eran como unos amenazantes alambres que cuando exterminaba olvidaba algunos en la papada o al final del maxilar inferior. Creía que dejarse oscura la quijada le ofrecía tres años, y sólo tres, más.
Cuando recién entrado a los veinte se arrancaba los pocos vellos que brotaban de sus tetillas porque le parecían tristes y ridículos, ahora treintañero se los dejaba por simple dejadez. No hay mucho que decir de la rala frondosidad de su bajo vientre, sólo que el sonido de cuando se rascaba le parecía, justamente, sonoro. Crujiente?
Lo que ayudaba a darle un aspecto varonil a sus piernas eran todos esos resortes espaciados en origen pero enmarañados una vez alcanzados sus 2.5 cm de longitud, y por lo cual estaba agradecido. A su cabello sólo le tendría que pedir dos disculpas: cuando adolescente se lo peinó hacía atrás lo que le daba a su cabeza un aspecto de pequeña estúpida montaña, y luego cuando sucumbió a una moda y una perfecta raya en medio separaba su pelambre hacia ambos lados, quedando, ahora que lo recuerda, como un mongo con ese peinado hongo...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)