viernes, 23 de abril de 2010

EL ESPECTRO

Tiene los pómulos totalmente hundidos y un bigote que caricaturiza su rostro pero eso no le quita nada al aire lejano y misterioso que lo envuelve. Flaco como una flecha con la mirada nunca fija, tratando de no entablar ningún vínculo.

Si alguna vez te lo topas de inmediato vas a reparar en ese absurdo bloque de yeso de hospital que hace colgar, no sé como, de su gorra, atrás en su nuca. Es como una coraza pequeña sólo para protegerle el cerebelo.



Una vez me quede poco más que intrigado, al notar que en su espalda, por dentro de la polera roja que usaba, había una gran protuberancia, una joroba inexplicable. Deformidad que en los siguientes días desapareció.



Es inquietante no saber qué hace. A veces me lo encuentro por el paradero, indeciso, como si se estuviera arrepintiendo de ir a un lugar, como si de pronto se acordará de que no lo van a recibir o, peor aún, de que no tiene a donde ir.



Su cara es un verdadero ejercicio logrado de inexpresión. Lo que si es seguro es que las sonrisas no visitan sus carrillos desde hace mucho. Esta ausente, ido, pero totalmente cuerdo. Y es que sólo esa pequeña chispa de la lucidez es lo que le queda en los ojos.


Cuando paso por su lado trato de no quedarme mirándolo como un apestado, porque siento que es lo único que puedo hacer por él. ¿Está enfermo?, todo parece indicar que si pero, ¿qué enfermedad tiene? ¿qué lo aqueja?


Creo que vive solo. Al menos nunca lo veo acompañado. Es alto, larguirucho más bien, 38 años supongo.
Su apariencia espectral se me antoja como el resumen de todas las penas y angustias de la gente que vive por acá, es como si las absorbiera y por eso no se puede ir, porque es su tarea, su lucha, su condena.

martes, 13 de abril de 2010

Y QUÉ ME CUENTAS???

Le das anticlick a tu icono verdecito, inactivo hasta hace unos momentos. Abrir Messenger. Colocas tu dirección y digitas tu contraseña que, para mi caso, es el nombre en diminutivo de uno de mis mejores amigos de la infancia. No intentes adivinarlo que ya varios lo han hecho, además nadie asegura que este diciendo la verdad.

Todo va bien con los saludos ( ola, hola, hi, hello, habla, ala) y recíprocos "cómo estás". Luego viene un par de preguntillas más como "en qué andas ??" o "qué haces?" para después de una breve pausa se suelte la fracesita que titula esta entrada: Y qué me cuentas??

Y qué me cuentas?? Unión de palabras totalmente lapidaria. Pregunta malhadada que trunca la fluidez del "chateo".

Te explico mis razones: cuando alguien te enrostra esto para mi quiere decir que mucho futuro no tiene esa "conversa", porque la otra persona pues ya esta aburrida y necesita que tú le alegres el momento con alguna jocosa anécdota tuya, por lo menos.

"Y qué me cuentas??" Pero que te puedo contar que te interese, la verdad me dejan en un estado de sumo compromiso cuando de buenas a primera me lanzan este dardo que implica demasiada responsabilidad, por lo menos así lo tomo yo.
Además nadie nos dijo que al entrar al chat nos convertiríamos en bufones virtuales con la tarea de entretener con nuestras historias a nuestros desganados contactos, ¿alguien firmo un contrato con esta cláusula?

Lo que he hecho, las veces que he leído esto luego de la barrita naranja parpadeante, es abandonar esa conversación. Y es que, como de seguro pasa contigo, mis personas allegadas, mis confidentes no necesitan hacerme esta pregunta porque ellas están al tanto de mi bitácora, con sus altos y bajos, mis buenas acciones y las que no lo son tanto. Por lo menos yo tengo una confidente y claro ella nunca me pregunta "y qué me cuentas??".

Con la idea clara, esta entrada marca un amago de regreso a estas lides con los espacios en blanco y el reto de llenarlos de párrafos aceptables, digeribles.