
Y entonces mi respuesta tomó el rumbo de la explicación que le escuche a Santiago Manuin, el líder amazónico que dieron por muerto. Manuin refería que el nativo vive por su tierra, que no tiene otra pertenencia más valiosa que sus bosques y ríos. Y por ahi se podría entender una reacción tan fuerte cuando sienten que se les va a quitar lo único que tienen. Pero dije entender, no justificar.
Porque nunca habrá razón para poder decir que la muerte de un ser humano se justifica. Los muertos de ambos bandos (qué triste usar está palabra) dejan por igual a madres sumidas en un dolor sin fondo, a hijos sin los abrazos de su padres, y esposas cuyas lágrimas podrían llenar esos ríos de la selva.
En la región Amazonas(todavía encuentro personas que piensan que me refiero al río del mismo nombre) las ciudades como Chachapoyas y Bagua viven realidades completamente distintas a lo que hemos podido ver en la televisión de los aguarunas y demás tribus. A lo que me refiero es que estando dentro del mismo territorio si tu pones juntos a un aguaruna, un bagüino y un chachapoyano pues desde la ropa hasta la forma de hablar es muy distinta.
Ver a una madre aguaruna desgarrandose en su dialecto, llorando sobre la tumba de su hijo, preguntándole a nadie si para eso lo había criado, para que muera asi; ver eso es devastador. Sus manos se mezclaban con la tierra quizá queriendo unirse al destino fatal de aquel al que vio nacer y ahora veía morir. El dolor,este dolor por la muerte es universal y aquí no importa que vivas en un departamento citadino o en una choza en la selva.
Pero en verdad una de las cosas que más indignación me causo son las ceremoniosas caras de ministros y congresistas anunciando que tenemos nuevos heroés nacionales con los policías caídos en está masacre. Disculpen ah pero : Qué tal concha!!
Y es que yo no me imagino a los familiares de los que fallecieron recibiendo, con el pecho henchido de orgullo, las felicitaciones y los objetos personales de sus seres amados y contentándose porque el gobierno hará algún busto en honor a ese policía muerto o tal vez le pondrán su nombre a alguna calle o a algún asentamiento humano.
¿Por qué todo esto nos hace recordar esa horrorosa imagen del policía que murió mientras ayudaba a su amigo herido en Pómac? ¿Por qué los mandaron a morir? La sangre de nuestros hermanos policías y de nuestros hermanos aguarunas se derramó sin ningún sentido, porque a nuestros impresentables padrastros del hemiciclo recién se les dió la gana de debatir la ley que origino todo esto.
Por eso, yo ya no quiero más heroés
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